jueves, 23 de septiembre de 2021

El consejo

El otro día estuve charlando con una persona extraordinaria. Una de las anécdotas que me contó me parece digna de ser compartida. Y, como creo que a ella no le va a importar, lo voy a hacer.

Hace bastantes años, esta amiga mía trabajaba entre otros con alumnos universitarios. En cierta ocasión, uno de ellos quiso hablar en privado con ella para hacerle una pregunta personal importante. 

— Tú estás siempre contenta le dijo el chaval, llena de entusiasmo, pareces feliz y tienes más energía que cualquiera de nosotros. ¿Cómo lo haces? ¿Me puedes decir cuál es tu secreto?

¿El secreto? Claro que hay un secreto le contestó mi amiga– y ahora mismo te lo voy a decir, porque es muy sencillo. Difícil, pero muy sencillo: hacer el bien a los demás. ¿Quieres ser feliz? Ayuda a tus semejantes. No hay más.

Y ya está. La historia es muy simple. Pero el consejo de mi amiga podría ser revolucionario, ¿no te parece?

lunes, 6 de septiembre de 2021

La última trifulca educativa... por ahora

Ya estamos, una vez más, enredados con la nueva Ley Educativa (conocida como LOMLOE o Ley Celaá), esta vez a cuenta del desarrollo curricular previsto para algunas asignaturas de la enseñanza primaria. 

En primer lugar, hay que recordar que esta Ley ya se aprobó el 29-12-2020 y que ahora se trata de su desarrollo o concreción. Parece ser que el Ministerio ha preparado un borrador sobre la enseñanza primaria, que va a someter al juicio de las Autonomías. Este borrador (cuyo contenido creo que fue  parcialmente filtrado por algún periódico) es el que ha desatado, una vez más, la batalla política y mediática.  Sin embargo, yo he sido incapaz de encontrar el texto completo del borrador en cuestión. Una vez más, todos opinan, pero me temo que nadie lo ha leído.

Ahora bien, sin necesidad de leer una sola línea del texto, creo que pueden hacerse algunas consideraciones generales:

1. Para empezar, me atrevo a realizar un triple vaticinio:

  1. Será fácil encontrar, en el texto legal, una buena cantidad de sandeces.
  2. Esa sandeces se verán igualadas o incluso superadas por las que aireen los respectivos coros de tifossi, en contra y a favor.
  3. Las opiniones mesuradas, los juicios razonados –que sin duda también los habrá– quedarán ocultados por la gresca y nadie les hará el menor caso.

2. Lo que pueda leerse en un texto legal es, sin duda, importante. No es, sin embargo, lo más importante, al menos en el asunto que nos ocupa. La prueba es que, en los últimos 30 años, nos hemos hinchado a publicar textos legales, mientras que la educación seguía su propio derrotero (a peor, según mi opinión). En otras palabras: para enderezar el rumbo de la educación, un buen texto legal es importante, pero no es el auténtico quid de la cuestión. Redactando una nueva ley no se consigue nada, o casi nada.

3. Las leyes educativas –ésta y las anteriores– son un buen ejemplo de una manera lamentabilísima de entender la política. El político de turno, cuando está en el poder, procura aprobar el mayor número de leyes que se ajusten lo más posible a su ideario (las más de las veces impreciso y tramposo, para colmo), a sabiendas de que tal ley va a resultar inasumible para un porcentaje muy considerable de la oposición (un poquito menos del 50%, habitualmente). Nadie pretende de verdad ponerse de acuerdo: ni gobierno ni oposición; los unos, porque quieren ganar a toda costa, ahora que pueden; los otros, porque se resignan a perder, con la esperanza –tantas veces cumplida en el pasado–de que llegará la hora de su revancha (es decir, volverán a tener mayoría en alguna legislatura y podrán redactar una nueva ley a su gusto).

Este modo de actuar es, a mi modo de ver, el verdadero común denominador de la política española (al menos desde el siglo XIX, tal vez con algunas pequeñas excepciones) y explica en buena medida los fracasos del país en este periodo.

Al político que gobierna le corresponde dirigir el debate, priorizar los asuntos y también tomar las decisiones últimas,  de acuerdo a su propio criterio. Pero eso no significa que tenga carta blanca para imponer sus gustos por encima de todo y de todos. Cuando el ciudadano deposita su voto, no elige quién va a ser el dictador del país durante los próximos cuatro años, sino quién va a tratar de ponernos de acuerdo durante ese tiempo. La democracia no es una alternancia de tiranías.

 

jueves, 2 de septiembre de 2021

Mi amiga

[NOTA: escribí este texto el pasado 16 de agosto. No sabía si publicarlo o no,
pero al final me he decidido a hacerlo hoy, día 2 de septiembre.]

Este domingo se me ha muerto una amiga muy querida. No quiero expresar aquí mi pena (es privada y semejante a la de cualquiera), sino compartir un par de reflexiones que me rondan por la cabeza a raíz de esta noticia fatal.

La lucha de mi amiga contra su enfermedad ha sido larga y ejemplar. Sabemos desde chicos que la vida es una constante carrera de obstáculos, cada vez colocados a mayor altura. Solemos olvidar, no obstante, que el último obstáculo, el más difícil, es envejecer y morir. Para esta última etapa, como para todas, no estamos preparados, porque carecemos de experiencia. Sin embargo, también como en las anteriores, aquí nos ha de valer lo aprendido gracias al ejemplo de otros. En mi caso, casi todo lo que he aprendido sobre la cuestión se lo debo a mi madre; pero también hay un par de amigos que me han enseñado mucho al respecto. 

Puede parecer que la enfermedad o la decrepitud son bromas crueles de un destino absurdo. Sin embargo, si algún sentido tienen, creo que sólo puede ser el aprendizaje: el propio y el de las personas cercanas. Mi amiga nos ha dictado una lección admirable de coraje, esperanza y dignidad. También por esto me siento honrado de ser su amigo.

Mi amiga es –¡ha sido, qué pena!– una excelente profesional, buena conocedora de su campo, inteligente, entusiasta, concienzuda, infatigable trabajadora. Varias de sus aportaciones resultan de estudio obligado para cualquiera que quiera adentrarse en su disciplina científica. Esto ya es más de lo que pueden decir muchos. Sin embargo, su aportación más valiosa no consta en ningún papel, ni puede ponerse en un currículo, porque se trata, simplemente, de su ejemplar comportamiento humano. Voy a apuntar algunos datos:

  • A pesar de saber más que muchos (que yo, por ejemplo), tenía muy claro lo poco que sabía de tantísimas cosas. Esto parece una obviedad, pero no lo es tanto: saber que sé lo que sí sé y que no sé lo que no sé, he ahí la verdadera sabiduría. En mi experiencia, además, la mejor comprensión del conocimiento propio suele ir unida a un menor interés por aumentarlo. (Conste que ese aumento no tiene por qué ser expansivo, sino que puede perfectamente moverse en una órbita centrípeta. Lo expresó bien Antonio Machado: Hay hombres que nunca se hartan de saber. Ningún día –dicen– se acuestan sin haber aprendido algo nuevo. Hay otros, en cambio, que nunca se cansan de ignorar. No se duermen tranquilos sin averiguar que ignoraban profundamente algo que creían saber.) Puede que sea el peso de la edad, o del resto de las circunstancias, pero la curiosidad se va perdiendo paulatinamente. Pues bien, yo no llegué a observar este fenómeno en mi amiga.
  • A pesar de lo serio de su trabajo, siempre lo tamizaba con una fina capa de humor e ironía. No dejaba de trabajar, pero tampoco de reír. Tómate en serio tu trabajo, pero no a ti.
  • Su generosidad ha sido inmensa. Su tiempo, su interés y sus recursos siempre han estado a disposición de todo aquel que lo solicitase. Ha ayudado a muchísima gente (a mí, por ejemplo), y ha hecho de su laboratorio –no sólo ella, es justo decirlo– una especie de casa común para todos nosotros.
  • Queda lo más importante: su bondad. Todo el que trataba con ella se sentía querido. Ha contribuido como nadie a que la mayoría de los que trabajamos este campo nos llevemos bien y seamos, incluso, amigos. Esto, lamentablemente, no es demasiado común en el mundo académico. Hay algunas personas que son como un regalo de la vida, porque a su alrededor todo es mejor y más fácil. Mi amiga era de ésas: siempre hacía mejor el sitio donde estaba.

La conclusión que yo saco de todo esto es que es muy importante ser un buen profesional, incluso destacado o eminente; pero lo fundamental es ser un profesional honesto y, si puede ser, bondadoso. Hablar de bondad o de amor parece una cursilada en este mundo nuestro, pero sigue siendo la gran verdad, también en la vida académica y científica.

Descansa en paz, amiga mía.