viernes, 15 de mayo de 2009

La wiki, ¿la carga el diablo?

No puedo negar que la wikipedia es un invento interesante y práctico; pero tampoco que, como toda herramienta, puede ser muy peligrosa. Su problema más evidente es la poca fiabilidad de sus contenidos. Cuando la edición de un artículo está abierta a todo el mundo, es difícil garantizar su calidad. Los defensores de la wiki argumentan que muy pocos son los que se atreven a editar algo sin conocimientos suficientes, y que un contenido de mala calidad es pronto corregido por otro editor con más conocimientos. Por supuesto, eso será verdad a veces, pero mi experiencia como wikinavegante me dice que un buen número de sus editores saben algo de lo que editan, pero no mucho. Y no hay peor manera de no saber algo que saberlo a medias.

Por otra parte, nadie consulta una enciclopedia para leer lo que ya sabe. Un experto en –pongamos– nanomiasmetría computerizada teleplástica no tiene por qué buscar esa entrada en la wikipedia, y sólo se molestará en comprobar su calidad por dos razones principales: filantropía o curiosidad maliciosa. Si es lo primero, lo corregirá; si es lo segundo, probablemente no.

Con todo, el verdadero problema de fondo es otro. Envuelta en formulaciones tan bonitas como la "democratización de la cultura", la wikipedia se sustenta en una falacia del pensamiento contemporáneo: la de que todo el mundo tiene igual derecho a opinar, y todas las opiniones son igualmente respetables.

El derecho a opinar será universal, pero no es gratuito: hay que ganárselo, principalmente con trabajo y conocimiento. En los grupos humanos –una asociación cultural, una oficina, etc.– no pocas veces encontramos personas que opinan sin merecerlo, precisamente por estas dos razones: no lo merece el individuo que nunca arrima el hombro para nada, pero que se permite hablar como el que más y defender alegremente proyectos que él será siempre el último en llevar a cabo; no lo merece tampoco ese listo que, al segundo día de incorporarse a un grupo humano, ya está sentando cátedra sobre cómo se deberían hacer las cosas.

Estas personas de los ejemplos anteriores, ¿tienen el mismo derecho a opinar que el resto de sus compañeros de grupo? Tajantemente, no. Pero es que, además, ¿acaso todas las opiniones son igualmente valiosas?

Antes de continuar, conviene recordar una verdad de Perogrullo que la falacia que examinamos oculta: que hay cuestiones más opinables que otras, y que hay cuestiones que no lo son apenas. Pongamos ejemplos casi tontos de puro evidente: lo acertado de la alineación de una selección de fútbol es claramente opinable; la emoción que nos pueda transmitir la interpretación de un cantante está más sujeta a opinión que el que afine o no las notas al cantar; que dos y dos son cuatro es apenas opinable. Es muy importante, si se pretende razonar con una mínima garantía, aprender a distinguir estas cuestiones. Si no, podemos encontrarnos con disparates como la cruzada de los creacionistas estadounidenses, por poner otro ejemplo.

Creo que es bastante claro que, en general, el ámbito de una enciclopedia no es lo opinable. Y entonces, ¿cómo va a ser igualmente valiosa la opinión del experto que la del aficionado, la del maestro que la del alumno? Para saber sobre algo, parece imprescindible conocer lo que han dicho los estudiosos precedentes y entender el valor de cada una de sus aportaciones. Hoy, sin embargo, cada vez es más frecuente el alumno que rechaza lo anterior, que renuncia por tanto al estudio de la bibliografía (que, dicho sea de paso, también puede estar colgada), y se limita a visitar páginas wiki –o joyas aún peores– que le proporcionan fácilmente una información aparentemente completa o al menos suficiente. Y este uso, lejos de restringirse al ámbito docente, se extiende a toda una sociedad que cada vez conoce más pero sabe menos, opina más pero reflexiona menos, siente más pero razona menos.

Un último aspecto de la falacia que conviene desenmascarar, aunque no tenga ya tanto que ver con la wikipedia, es que todas las opiniones no sólo no son igualmente valiosas, sino que ni tan siquiera son igualmente respetables. ¿Es respetable la opinión de que la mujer es inferior al hombre y le debe sumisión? ¿Es respetable la opinión de que los judíos (o los árabes, o quienes sean) deben ser exterminados? No debe olvidarse nunca que una opinión puede perfectamente ser despreciable.

En definitiva, yo creo que lo fundamental, con la wikipedia y con cualquier otra herramienta, es la actitud crítica. Hoy en día no debemos dar por cierto nada gratuitamente: ni lo que leemos, ni lo que oímos, ni lo que vemos, puesto que todo puede estar falseado o directamente manipulado. (Por cierto: las posibilidades de manipulación que brinda la wiki es otro interesantísimo tema de debate.) Se cierra así un círculo espectacular, en el que nuestra civilización ultratecnológica y postmoderna se convierte en neoprimitiva: porque en estos tiempos de tribulación, uno sólo puede confiar de verdad en la palabra de un hombre honrado.

(Este texto se publicó en la revista Deusto, núm. 98, pág. 37, en un debate sobre la wikipedia. A mí me encargaron un texto en contra; yo habría escrito más a gusto a favor, pero...]