viernes, 15 de enero de 2021

Lenguaje inclusivo y pensamiento difuso

Aunque se diga cada vez más, la ciudadanía no es el conjunto de los ciudadanos, como la españolía no es el conjunto de los españoles, o la tontería, el conjunto de los tontos. De la misma manera, la vejez no es el conjunto de los viejos, la orfandad, el conjunto de los huérfanos, etc.

Es verdad que, en ocasiones, estas palabras pueden aunar los dos sentidos. Por ejemplo, profesorado es tanto la categoría académica como el cuerpo de profesores de un centro. (De hecho, así funciona también la palabra ciudadanía para la RAE, a mi juicio de forma incorrecta.)

Otras palabras similares pueden incluso acaparar más significados, como el caso de rectorado, que es el cargo, el lugar y el tiempo de ejercicio de un rector (pero no, desde luego, el conjunto de los rectores).

Quiero llegar a lo siguiente: el llamado lenguaje inclusivo pretende desterrar el uso de los sustantivos individuales plurales, porque la mayoría de ellos termina en -os y, según sus partidarios, no incluye a las mujeres. Para evitar ese error (verdadero o imaginado), se incurre en otro: la confusión de los conceptos. (Si nos pusiéramos finos, podríamos decir que se pretende utilizar un sustantivo abstracto como si fuera concreto y colectivo, como rebaño frente a ovejas; sólo que aquí usaríamos unos hipotéticos ovejidad u ovejía.)

¿Qué es peor, que alguna mujer pueda sentirse desplazada, o que todos acabemos confundiendo las personas con las categorías o con las cualidades? Supongo que se podrá opinar, pero yo, desde luego, prefiero el primer peligro. ¿Me convierte esto en un machista recalcitrante? Pues vaya por Dios, ya lo siento...

1 comentario:

  1. En este mundo de tontos ofendidos, parece casi inteligente ser ofensor.

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