viernes, 21 de agosto de 2020

Factores de mi descontento

Acabo de caer en la cuenta de que mi descontento con la gestión pública de la pandemia crece con la proximidad. Estoy insatisfecho con el gobierno central, enfadado con el autonómico e indignado con mi ayuntamiento. No sé por qué me sucede esto, pero voy a ensayar una respuesta.

Me indigna que mi ayuntamiento no sea capaz de hacer algunas cosas muy sencillas, como, por ejemplo, comprobar que los bares de la localidad cumplan con las normas impuestas por la pandemia. Está claro lo que hay que hacer, es muy fácil realizarlo... Entonces, ¿por qué no lo hacen?

La gestión de mi gobierno autonómico en asuntos tan importantes como la sanidad y la educación no me convence. En algunos aspectos, de hecho, me parece muy desafortunada. Sin embargo, reconozco que son asuntos difíciles y que tampoco estoy seguro de tener la razón. Por tanto, estas actuaciones (o también la falta de actuación) me enfada, pero no puedo llegar a sentirme indignado.

En el caso del gobierno central, la complejidad de la gestión aumenta exponencialmente, y también, por tanto, mi incertidumbre sobre lo que debe hacerse. Así las cosas, y aunque podría fijarme en actuaciones concretas indudablemente reprobables, tiendo a mirarlo todo con mayor benevolencia.

Ya está: parece que me enfada más que fallen en cosas pequeñas, concretas y fáciles, que en asuntos grandes, complejos y difíciles. ¿Mi reacción es lógica o, por el contrario, demuestra que mi mirada no es tan sagaz como debería?

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