viernes, 9 de julio de 2021

Jóvenes, juerga y pandemia

El derecho de uno obliga a todos. Que tú tengas derecho a la vida implica necesariamente que todos nosotros tenemos la obligación de procurar salvaguardártela. Y así con todos tus derechos. Pero si tienes un deseo o una aspiración que no obliga al resto, entonces esa aspiración no constituye un derecho. Y llegamos así al caso que nos ocupa: no existe el derecho a la juerga. Es lícito, puede ser razonable e incluso deseable que quieras divertirte; pero no es un derecho. Y a mí, particularmente, me trae sin cuidado que te diviertas o no. Más aún, si tu diversión me causa el más mínimo inconveniente, prefiero que no te diviertas.

En la situación actual, con la quinta ola de la pandemia asomando la patita, resulta que la manera en la que unos cuantos se divierten supone un peligro para la salud de todos (y no sólo para la salud, pues también afecta a la economía y al bienestar general). En otras palabras: la satisfacción de un deseo particular vulnera un derecho colectivo. 

Sin embargo, muchos y no sólo los juerguistas, jóvenes y no tan jóvenes presentan la situación exactamente al revés, como si una banda de liberticidas pretendiera privarles de sus derechos ciudadanos. Ver a un nutrido grupo de beodos, con sus litronas en la mano, coreando "libertad" es grotesco. Que partidos políticos se sumen a esta perversión del concepto de libertad, e incluso la fomenten, es muy alarmante.

Para colmo, muchas voces piden exigen, según gusta decir últimamente– que se vacune masivamente a los jóvenes, antes incluso que a personas de más edad, porque así resultarían menos peligrosos sus modos de diversión. Es decir, se pretende que, una vez más, paguemos entre todos los gastos que origina el mal comportamiento de unos pocos. En el fondo, la cosa no es muy diferente de tener que pagar con dinero público los destrozos del mobiliario urbano que causan los vándalos ciudadanos. 

Con todos los problemas y los errores que uno quiera encontrar, el hecho es que estamos gastando una gran cantidad de dinero en administrar vacunas a la población, para evitar que enferme y, eventualmente, muera. Lógicamente, la administramos según su riesgo sanitario. Y ahora aparece un grupo de descerebrados insolidarios diciendo: "sé que mi comportamiento es peligroso para todos, pero me da igual y voy a seguir haciéndolo, porque he decidido que sea mi derecho; y ahora, si quieres que no sea tan peligroso, págame una vacuna". A mí me parece algo cercano a la extorsión.



1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo. No podría decirlo mejor. A los jóvenes no sólo les falta sentido de responsabilidad, también carecen de criticidad y, por supuesto, de solidaridad.

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