viernes, 5 de junio de 2020

Evaluar al gobierno

Si tuviera que evaluar, de cero a diez, la gestión del gobierno con la dichosa pandemia, le pondría… no sé… tal vez un cuatro. Suspenso. Pero la mía sería siempre una nota muy dudosa, principalmente por tres razones: todavía no ha acabado el examen (es largo y complejo); todavía no he leído el examen del resto de la clase (es decir, los demás países del mundo); y tengo que reconocer que yo tampoco sé las respuestas correctas.

Por tanto, lo único que tengo claro es que, cuando todo haya acabado, cuando también sepa todo lo que han contestado los demás examinandos, y –sobre todo– cuando los “profesores” nos hayamos puesto de acuerdo en cómo había que haber contestado, entonces, y sólo entonces, estaré en condiciones de poner la nota definitiva, que podrá ser un cuatro o tal vez mucho más… o muchos menos.

Así las cosas, comprendo fácilmente a quien pondría una nota diferente de la mía, pero me fascina que haya tantos que estén completamente seguros de que el alumno merece un cero, la expulsión del colegio, y aún les parezca poco castigo. ¿Cómo se puede ser tan poco razonable? ¿O tal vez convendría utilizar alguna otra palabra?

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